Durante los años 80, Japón experimentó su edad dorada como fabricante de dispositivos electrónicos. El país nipón fue la cuna de empresas punteras como Sony, Canon, Panasonic, Casio o TDK que diseñaron los artilugios tecnológicamente más avanzados del planeta.
En torno a la etiqueta «Made in Japan», se desarrolló una estética que tuvo gran influencia en la producción de productos tecnológicos también en otros países. Un aura futurista y de complejidad que se caracterizaba por aunar lo electrónico con la incipiente tecnología digital. El uso de volúmenes complejos: curvas y contracurvas que dotaban a sus productos de una plasticidad nunca antes vista.