La relación entre el ser humano y la cerámica es estrecha. Es el vínculo entre lo fugazmente moldeable y la rigidez eterna. Entre la fragilidad y la resistencia. En cada pieza de barro podemos encontrar una alegoría a lo ceremonial: la cocción es la forma de sellar ese vínculo. Este material está repleto de reminiscencias a formas de vida pasadas, costumbres y maneras de comunicación humana.