Un espacio indefinido. Una figura taciturna. El tenso silencio.
Por un momento la realidad se desdibuja, el tiempo se para, y percibimos lo que nos rodea como una obra de teatro del absurdo. Una sucesión de acontecimientos orquestados pero carentes de sentido. Repentinamente, nuestro mundo interior reclama toda nuestra atención.
Las imágenes que generan este tipo de sensaciones son austeras. No usan recursos visuales llamativos, pues tratan de generar un espacio para que el espectador proyecte lo que lleva dentro de sí. Se sirven de pequeños detalles que tratan de desconcertarnos para propiciar ese estado de introspección.