Bastan unos pocos trazos, un par de volúmenes dispuestos con intencionalidad, para materializar y comunicar una idea. En las fases primigenias de un proyecto, el esbozo y la repetición del mismo son esenciales para desarrollar conceptos. Bosquejar con un objetivo claro, pero bajo una nueva premisa cada vez.
Las maquetas resultantes, nacen como un medio más que como un fin. Sin embargo, rebosan un desparpajo y energía que pocas veces la obra final es capaz de igualar. Son arte en bruto, genialidad en estado puro.